Hoy es un día triste para todos. Se ha ido algo más que una religiosa: se ha ido el alma del colegio. Supongo que cuando llegamos aquí ninguno de nosotros esperaba encontrar a alguien como Lourdes, alguien tan atento que desde el primer momento nos acogiera como si nos conociese de toda la vida.
Desde que éramos pequeños, Lourdes sacrificó su tiempo por estar con nosotros: antes de entrar a clase, durante la hora del comedor, llevándonos a catequesis. Además, durante los recreos su enfermería estaba siempre llena; nos cuidaba con mimo y delicadeza, y a veces era tan sólo una excusa para ir a verla. Sus manzanillas lo curaban todo.
Inolvidable la labor que hacía todos los años por estas fechas. Se volcaba con el Belén, que mostraba con gran orgullo a todo el que lo visitaba y con el que incluso ganó diversos premios, así como con la Campaña de Navidad, concienciando a todo el Colegio para ser solidarios con los más necesitados, recolectando y organizando la ayuda.
Lourdes era una gran persona que siempre tenía una palabra amable, una sonrisa, que sacaban lo mejor de cada uno. Ella hizo del Colegio su forma de vida, adoptando los valores de María Eugenia y poniendo en práctica mejor que nadie el mensaje de Jesús: «dejad que los niños vengan a Mí».
Su enorme corazón se reflejaba en su amabilidad, su simpatía, su solidaridad, que contribuían a esa sensación de «gran familia» que caracteriza al Colegio.
Nunca olvidaremos su amor por todos nosotros, incluso por las ardillas 'Listuki' y 'Castañuela'. Nunca olvidaremos a esta Lourdes que nos vio reír, llorar, jugar y aprender, que nos ayudó a crecer; así como ella nunca olvidó nuestros nombres.
La alumna Eugenia García Ortiz leyó este texto durante la misa en recuerdo de Lourdes Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario