Y efectivamente, así es. Se trata del asentamiento de Shoyna, situado en la península de Kanin, en la costa norte de Rusia y a orillas del Mar Blanco. Exactamente donde uno esperaría encontrar cielos siempre cubiertos, extensas tundras permanentemente heladas y fauna polar. Su nombre lo dice todo. Este lugar está enclavado en la desembocadura del río homónimo, cuya traducción es abandonado u olvidado. Sin duda merece tal designación
A Shoyna no llegan carreteras ni ferrocarriles, y las únicas formas de llegar hasta allí son por mar o por aire, si podemos .considerar aeropuerto a una polvorienta pista de tierra de seiscientos cincuenta metros de longitud.Actualmente, apenas trescientas personas quedan en este lugar. Todas ellas viven de subsidios y pensiones, ya que han dejado de explotar aquello que les llevó hasta tan remotas tierras. Aunque ahora ya sea tarde
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