lunes, 28 de mayo de 2012

romper con los limites

Al ver estas imágenes por primera vez, uno podría pensar que se trata de alguna aldea parcialmente engullida por las arenas donde el desierto del Sáhara va a encontrarse con el océano, o en las costas de los mares interiores de las inmensas estepas del corazón de Asia, bajo un sol inclemente que deteriora todo lo que toca. En cualquier lugar… menos en el Círculo Polar Ártico.
Y efectivamente, así es. Se trata del asentamiento de Shoyna, situado en la península de Kanin, en la costa norte de Rusia y a orillas del Mar Blanco. Exactamente donde uno esperaría encontrar cielos siempre cubiertos, extensas tundras permanentemente heladas y fauna polar. Su nombre lo dice todo. Este lugar está enclavado en la desembocadura del río homónimo, cuya traducción es abandonado u olvidado. Sin duda merece tal designación

A Shoyna no llegan carreteras ni ferrocarriles, y las únicas formas de llegar hasta allí son por mar o por aire, si podemos .considerar aeropuerto a una polvorienta pista de tierra de seiscientos cincuenta metros de longitud.Actualmente, apenas trescientas personas quedan en este lugar. Todas ellas viven de subsidios y pensiones, ya que han dejado de explotar aquello que les llevó hasta tan remotas tierras. Aunque ahora ya sea tarde

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